La autonomía

Por Clara F. Zapata Tarrés

Ayer fuimos a comer tacos con mi familia. Aquí en Saltillo dónde vivo, hay varias opciones para comer tacos deliciosos. Como ya sabrán cada cultura, cada país, e incluso cada comunidad, tiene ciertas tradiciones y costumbres en lo que a comida se refiere y claro, en otros múltiples temas.

Pero quisiera comenzar con lo que vi ayer y me maravilló. Hace tiempo que no lo veía. Mamá, papá, hija de unos 8 años y bebé de más o menos 1 año, sentados en una mesa de 4. En la mesa, servilletas, menú, salsas de todos colores, limones, cebollita y cilantro cortados en pedacitos. Todos comiendo relajados. El bebé en su silla alta, participando como un miembro más de la familia.

Traen los tacos y un plato vacío al bebé. La madre le da una tortilla y le ofrece, mostrándole su propio plato con tacos de picadillo, machaca, huevo. El bebé elige picadillo y le pone, a un lado de la tortilla, unas cuantas cucharaditas. El bebé muy concentrado comienza su tarea. Pone la tortilla y comienza a tomar con sus dos dedos un poco de carne. Observa la mesa, mira los platitos con salsas y decide tomar un poco de cebolla y otro poco de cilantro en su taco. Después de unos segundos de observar que todo esté tal como a él se le antojaba, comienza a girar la tortilla para envolver esta delicia que se había él solito preparado. La madre sólo mira. Y de pronto el bebé ya tiene en su boca este riquísimo y auténtico taco mexicano. ¡Qué maravilla! Qué gran sorpresa encontrar la autonomía en su máxima expresión y sobre todo ver a una madre que acompaña el proceso con una sonrisa, dándole seguridad a su hijo…

Empecé a recordar unos videos que he visto de un niño mostrándole a su hermana cómo usar los palillos para recoger los fideos, imaginando cómo un bebé o niño de la India comería con pan, recogiendo y tomando deliciosos platillos llenos de curri…

Este es un aprendizaje que necesitamos cultivar. Estamos muy acostumbradas a dar papillas, llenar la cucharada de purés y jugar al “avioncito” para que coman aunque sea un poco de zanahoria… Estamos acostumbradas a llevar el control, la batuta, esperando que nuestras y nuestros bebés acepten a la primera una masa suave y melcochosa -no siempre sabrosa-, algunas o muchas veces obligándoles a través de la distracción o incluso abriéndoles la boca con nuestras manos para introducirles alimentos que no decidieron elegir. Es tal nuestro nerviosismo o angustia de que coman “algo” que movemos mar y tierra para que al final lo expulsen, se desesperen, lloren y aprendan todo lo contrario a lo que deseábamos.

Este bebé que come tacos no lo hizo de la noche a la mañana. Estoy casi segura de que es un bebé que experimento con objetos (cucharas, vasos, platos…), que conoció sabores, colores, texturas y que tuvo la oportunidad de decidir qué le gustaba y qué no. Es el resultado de la confianza que le tuvieron su padre, su madre y su hermana. Es la imagen de un aprendizaje constructivo y reflexivo de muchos meses.

Así, el camino de cualquier aprendizaje que queramos que sea suave, real, autónomo, necesita respetar al sujeto que va conociendo el mundo. Tanto bebés como infancias son Sujetos, con mayúsculas; no son un repositorio de instrucciones o de pasos que hay que palomear. Son seres independientes, en construcción, con autonomía y libertad. Y esto se puede expandir a todos los espacios y tiempos. Tanto en el nacimiento, la lactancia, al comenzar a gatear, a caminar, incluso a hablar…

¿Qué mejor inicio para tener una alimentación saludable y una relación sana con la comida, que poder escoger, actuar y decidir en libertad lo que quieres poner en tu plato y las condiciones en las que deseas meter los alimentos a tu boca?

La próxima vez que estés con tu bebé, inténtalo. Te vas a sorprender de las maravillas que puedes sentir y encontrar. Esbozarás una gran sonrisa y tu bebé te lo agradecerá siempre, respondiendo con otra llena de orgullo por los logros que obtuvo al hacerlo sólo. Acompáñalo en este camino.

agosto 29, 2022

Clara Zapata

Soy Clara, etnóloga chilena-mexicana. Tengo dos hermosas hijas, Rebeca y María José, con Joel, mi regiomontano amado. La libertad y la justicia son mi motor. Creo plenamente en que la maternidad a través de la lactancia puede crear un mundo más pacífico y equitativo y por eso acompaño a familias que han decidido amamantar. Amo la escritura, la cultura y la educación.

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