NO hables, NO corras, NO te pares, NO…

¿Cómo les dices a tus hijos qué hacer y qué no hacer?

Por Dennis Charles

¿Qué sucede cuando los padres constantemente están controlando y dando órdenes? Entramos en una lucha de poder con nuestros hijos; y para que se den estas luchas de poderes se necesitan dos (el padre y el hijo). En las luchas de poderes siempre va a haber un ganador y generalmente son los padres los que ganan haciendo a los hijos perdedores (recuerda que un niño que se siente perdedor difícilmente se sentirá motivado a mejorar su conducta)

Es cierto que como padres debemos poner límites y reglas en nuestros hijos; sin embargo, debemos primero establecer cuál es el objetivo principal de estos límites. Los límites dan seguridad a los niños y, su objetivo principal es mantenerlos a salvo y adaptarlos al medio social. Generalmente los adultos refuerzan estos límites con castigos, sermones y control y esto invita a los niños a rebelarse y es cuando las luchas de poderes aparecen.

Los adultos creemos que los límites se establecen dando órdenes y generalmente diciendo lo que NO deben de hacer: “No corras, no te pares, ya te dije que no hables, no te portes mal”.  Cuando damos este tipo de órdenes, no les estamos diciendo a nuestros hijos qué es lo que deben de hacer y posiblemente se pueden sentir frustrados, enojados, insuficientes y ante estas emociones los malos comportamientos aparecen.

Cuando necesitemos dar instrucciones a nuestros hijos, debemos de hacerlas de una manera positiva (cambiar el decir qué NO hacer y decir lo que SI puedo hacer), siendo claros y concretos, por ejemplo: “Tu hermanita está dormida, caminemos de puntitas y hablemos en voz baja como si me dijeras un secreto”. Esta manera de dar instrucciones a nuestros hijos, los invita más a la cooperación que a la rebeldía. Es una manera descriptiva de decirles a nuestros hijos lo que espero que hagan.

Intenta establecer los límites de manera positiva, dando ejemplos claros a tus hijos y verás cómo ellos se sentirán más motivados a involucrarse. Hagamos este pequeño ejercicio: Imagina que estás en una reunión en tu trabajo y tu jefe te dice: “no hables, no te pares, no digas nada, no escribas cuando hablo” ¿cómo te sentirías en ese momento? ¿Qué pensarías sobre tu jefe? Ahora imagina la misma escena, tu jefe te dice: “En este momento necesito que permanezcas en tu lugar para que puedas escucharme mientras hablo”.  ¿Con cuál de las dos instrucciones te sientes más motivado para cooperar? ¿crees que pase lo mismo con tus hijos?

Dennis Charles

Mamá de dos niñas, psicóloga con Maestría en Aprendizaje y cognición y especializada en neuropsicología infantil, certificada en Discipline Positive Parent Educator y en Encouragment Consult.

DEJA UN COMENTARIO

LECTURAS RELACIONADAS