MAGALY SÁNCHEZ CUÉLLAR

Un vientecillo impregnado con esos aromas da la bienvenida al Señor. Yo pienso en Madre Coraje.  La de Brecht; escrita por los 30s del Siglo XX.

MADRE CORAJE. ///// Es domingo. La gente prepara los desayunos. Un vientecillo impregnado con esos aromas da la bienvenida al Señor. Yo pienso en Madre Coraje.  La de Brecht; escrita por los 30s del Siglo XX.

La pieza nada tiene que ver con el ser mujer, madre y escritora. Si acaso, algo, la frase textual y la obstinación más allá de cuánto. Madre, coraje, poeta. Madre, poeta, coraje para ser una y otra.

¿Fui esforzada; fuerte; audaz? Lo ignoro. Desempeñé ambas tareas más desconozco si de manera mediocre, aceptable, sin o con menor, media o mayor significancia. Las dos: ser madre y tejer palabras fueron la pasión de mí y en mi vivir.

Inicial destello del no sabido porvenir o fatum, fueron las noches tras la ventana que miraba hacia los campos yermos de lo que luego fueron el Tec de Saltillo, el Ateneo y el Colegio Saltillense. Noches en vela espiando estrellas, la misteriosa negrura nocturna; la tierna incógnita interna. Cuadernillos -no Scribe aún- rasgueados sin o con son.

Primer escollo años después, el hombre que amé, con el que cohabité y hube críos.

  • ¿Cómo… Escribir? ¿Escritora tú? ¿Poeta yo…?

Qué audacia. ¡Desfachatez y descaro!  Sustentar sentir y sentimientos, pensar y pensares propios.

  • … ya estás aporreando la máquina otra vez? Pero si es lo único que haces. ¡Lo único que puedes hacer!

Y uno terca. Tecleando la Underwood, gastando cinta roji-negra, corrector líquido. Días, meses; el tiempo leva en andas. Hechos van, vienen, rebotan, Uno los pasa, sobrelleva; pulsa; los rebasamos.

Ay madre. ¡Coraje! ¡Coraje madre!

Horror. La propia, auto violentación.

  • Necesito tiempo. No vengan por algunas semanas; quédense en Monterrey, en la Estas interrupciones me traban. No termino la maldita tesis.

La dura decepción en quienes eran, son, mis huesos y carne; mi sangre, Balde con agua helada.

  • Mamá no quiere vernos…

Perturbación. Sinsabor causado por el ser paridor. Nunca supieron ellos del con agrura día con día tragado por el rechazo déspota de los sabihondos de las letras, de la burla ofensiva de las infladas plumas masculinas; que zafias y obscenas lo que buscan es amedrentar, anular a la posible competidora desalentándola. Destrozar, apagar su estro.

Jamás imaginaron los míos en aquella madre coraje la frustración, impotencia, el padecimiento de la letradaimpunidad misógina, el desencanto y anímica tortura venidas por la elección libre, voluntaria; esperanzada y confiadamente hecha: escribir, ser poeta. Ah. Era, fue (y me parece aún es) peligro no salvable por osar ir a competir; hacer toc-toca puerta del senatus masculus poeticus.

Al tiempo los hijos abrieron ojos y mente. De pronto fueron apoyo, solidaridad filial. Ello, pese a haber tenido una madre que, diferente a la de sus condiscípulos y cuates del barrio, no tejía de gancho ni agujas, no jugaba canasta ni bridgeni miraba Corona de Lágrimas ni Rosa Salvaje. Ese aliento y respeto de mis hijos fueron el premio al coraje tenaz, en ocasiones y a escondidas auto reprochado… pero irrevocable. Era, fui, soy mujer y madre que no parloteo de las chachas ni -por decirlo con malicia- de La Ramera de Acuña; que hablo con rara avisde la situación de nuestro género, de nuestra historia preterida y presente, del estatu y sitio cultural en que se insiste en mantenernos (excepciones hay, claro; son las menos) así como de su sistemático relegamiento y olvido muy a conciencia… Las leyes del fifty/fifty del caso, como todas las del país están muy bien en el papel… De este no pasan.

Corriendo aires aprendí sobre el mayúsculo esfuerzo que por ser mujer se demanda para ingresar en el ámbito de lo literario y para integrarse al mismo; aprendí que por aspirar a ser alguien aparte de o además de hija de… o señora de… se exige no ser, no existir. En esta vocación y su quehacer se aprende a convivir con y en el ostracismo; que el 10% en calidad humana y artística poético/literaria- exigido a los varones para tener crédito, la mujer debe aportar un 50%. Lo que en realidad nos beneficia pues nos torna bastante mejores… De aquí el afán por aplastarnos, por reventarnos a priori.

He vivido desde que elegí para mí la considerada óptima actividad humana: escribir, con esos amargores.

Han transcurrido casi 80 años desde la tristemente oprobiosa relación del maestro Octavio Paz: gran poeta y eximio ensayista y la escritora Elena Garro: notable dramaturga y exquisita gran novelista. Triste e infectada relación con el cáncer del machismo; con ser Paz tan él, un grandede las letras en español no pudo aceptar ni soportar que su esposa, Elena Garro, fuera una gran escritora. La abandonó y con la cohorte de sus cofrades le hicieron bullying a la poblana autora de Los Recuerdos del Porvenir, La culpa de los Tlaxcaltecas, Andamos Huyendo Lola, Esta es mi Casa (no confundir con Mi Casa es Esta, de Pita Amor) y una decena más de reconocidas y premiadas obras.

Y a poco más de medio siglo hoy veo y sé, conozco y me consta que -excepto aquellas llamadas literatas que movieron carretas– la inmensa mayoría de mujeres poetas y escritoras, las también postulantes a serlo continúan padeciendo el atropello de los dinosaurios de la literatura local; continúan escuchando los insultos y palabras soeces de los lame huevos de la cultura del sistema, de los saqueadores de archivos civiles y religiosos; de los auto considerados en su mísera pequeñez y aldeanismo, enfants terribles de la Literatura Regional. Todos ellos osan insultar y agredir en su deseo de esfumarlas, a mujeres, madres y escritoras quienes -grandes en su valioso y justo coraje- sin siquiera comparación, valen infinitamente más que el enanismo de ellos.

Alejandra Peart

Arquitecta y Licenciada en Letras Españolas con Maestría en Creación Literaria. Fundadora y Directora Editorial de Editorial Atemporia. Escribí el poemario En estas horas (Ed. Minimalia, 2004). Actualmente soy Directora de Contenido de la revista NES No Estás Sola, promotora cultural, editora, poeta, diseñadora editorial, feliz mamá de Rodri y esposa de Jorge. This is me.

1 Comment

  1. Responder

    Patricia Uranga Sanchez

    octubre 16, 2020

    Hola Alejandra Peart, mucho gusto me ha dado leer este corto escrito por mi madre Magaly Sanchez Cuellar; me lo mando una amiga a razon de que mi mama acaba de fallecer el 9 de este mes. Me es triste y vergonzoso admitir que siendo una de los 4 crios que mi mama menciona, que en un tiempo no conocimos ni reconicimos su valor, su coraje y lo que hizo para sacarnos adelante, al mismo tiempo que nunca puso a un lado su pasion de escribir. Asi como me da verguenza admitir que no he leido casi nada de sus escritos, sus poemas, sus cuentos, etc; mi excusa, que estoy ocupadisima con mi visa, trabajo, casa, y continuea tratando de sacar adelante a mi familia, hijas de treintatandos y nietos.
    Mi madre iria a cumplir 84 anos el dia 24 de Octubre; nos la trajimos a vivir lejos de su tierra natal y su circulo de amigos y familia, ya que los hijos nos fuimos de ahi despues de terminar carreras, y nos angustiaba que siguiera sola y sufriera una caida, y sin nosotros cerca para poder ayudarla.
    Gracias por publicar su articulo, que es muy certero de lo que fue su vida, ella lucho, tuvo mucho coraje, fue apasionada en todo lo que hacia y decia, fue genuina y etica en todo, fue excelente como madre, esposa, escritora, poeta, maestra, periodista, abogo por los derechos humanos y de las mujeres; nosotros sus cuatro hijos no le llegamos a su nivel de conocimiento, pasion, coraje, etc. DEP Magaly Sanchez Cuellar.
    P.D. me encanto lo que vi en tu revista que hasta ahora la conozco, los articulos de los muchos aspectos de ser mujer, madre, trabajadora, etc. Me voy a suscribir y voy a compartir con mis hijas y amigas.
    Patricia Uranga Sanchez (Spencer)

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