VERO ABRAMO

UN DÍA MÁS, UN DÍA MENOS, UN DÍA A LA VEZ.

Te quiero compartir HOY mi pensar y mi sentir cuando hablamos del TIEMPO.

Las personas que somos muy controladoras, estructuradas, organizadas, meticulosas, proveedoras, guías, guardianes y protectoras estamos la mayor parte del tiempo planeando, organizando nuestro día. Lo hacemos en todas partes, en nuestras casas, con la familia, en nuestros trabajos, apostolados, actividades extracurriculares, grupos de amistades, etc. Queremos dominar cómo pasa y fluye el tiempo sin darnos cuenta de que en realidad estamos perdiéndolo en querer detenerlo o extenderlo; perdemos el tiempo jugando con el reloj y sus alarmas a ver quién es más puntual o impuntual. Competimos contra el tiempo como si fuera a tomar algún receso o ganarse una medalla.
 Queremos que el tiempo se ajuste a nuestras necesidades diarias y así poder lograr más objetivos en poco tiempo.
Vamos por la vida pidiéndole al tiempo que sea compasivo. Caminamos este sendero tratando de engañar al tiempo con miles de tratamientos rejuvenecedores y vitaminas hidrosolubles, cuando todos sabemos que hay una fecha de caducidad, en la que la maravillosa máquina llamada cuerpo se apaga por completo y termina su misión aquí en la tierra. La mitad de nuestras vidas nos la pasamos celebrando con fiestas en grande el ir ganando un año más y la otra mitad nos la pasamos ocultando el acta de nacimiento y la credencial de elector, ja, ja, ja… Siempre, y aquí si me permito usar la palabra siempre, habrá un TÉRMINO, UN CAPUT, UN SE ACABÓ.

No olvidemos que el tiempo es relativo y para unos puede ser su mayor enemigo y para otros su mejor amigo. No nos estamos enfocando en lo verdaderamente importante que es hacer uso de ese tiempo y hacerlo de la mejor manera para que nos aporte paz y felicidad a nosotros y a todos los nuestros. No estamos disfrutando lo que construimos con ese tiempo.

El tiempo es el mejor regalo que podemos darle a los demás.
 El tiempo es un recurso no renovable. Vivamos y trabajemos con el tiempo NO para el tiempo y mucho menos en su contra.
Cuando la vida nos pone en esas encrucijadas, en esas vivencias que nos hacen sacar lo mejor y lo peor de nosotros mismos, en esos instantes que sientes el dolor hasta la médula, en esos momentos donde sólo Dios nos da fortaleza, en esos caminos nublados y llenos de obstáculos y de oportunidades, en esos amaneceres que no tienen horizonte, en esas circunstancias en que una milésima de segundo es lo que dura una bocanada de aire y esa bocanada de aire es toda tu esperanza. Cuando la vida te ponga ahí querida amiga o querido amigo repite día con día: “Un día más, un día menos, un día a la vez”.

Hace doce meses estuve ahí, justo ahí, en esos terrenos en donde todo es incierto, no hay verdades absolutas, nada es definitivo y nada está bajo tu control. La vida me presentó “EL DUELO” más largo y doloroso de mi vida. Mi esposo, mi compañero de vida, mi verdadero amor y el padre de mis hijas, Carlos Cárdenas (como yo le decía muchas veces jugando), enfermó y empezó a caminar hacia su final en esta tierra. Contrajo una enfermedad que según las estadísticas sólo la adquiere una persona entre un millón. Estuvimos tres meses en hospitales literalmente día y noche, todos juntos trabajando por regresarle la salud, tratando de ganarle al TIEMPO. Tratando de engañar al tiempo.

Al principio, mi temperamento esa personalidad controladora, protectora y proveedora, de la cual ya te platiqué, estaba trabajando arduamente para que Carlos recibiera la mejor atención y pudiera sanar e irnos todos juntos a casa. Pero realmente yo estaba pelando con todo mi ser en contra del TIEMPO. Yo tenía una batalla que ganar y si Carlos no estaba consciente ni tenía las fuerzas por su enfermedad, yo lo defendería y lucharía esa batalla por ÉL hasta EL FINAL y así vencería al tiempo. Comencé mi batalla usando toda mi capacidad, todas mis fuerzas y todos mis recursos para ganarle al tiempo. Pero estábamos perdiendo esa batalla y esa vivencia se estaba convirtiendo en una caja de Pandora dentro de una máquina del tiempo.

Al ver que cada minuto era crucial en la toma de decisiones por la situación que Carlos Cárdenas atravesaba, al ver que nada estaba bajo mi control, ni el de mi familia, ni el de los médicos, ni el de Carlos, ahí en ese mismo instante me senté a platicar con Dios y le dije: “Ya entendí Señor que el TIEMPO no es mi enemigo, el tiempo es mi aliado es mi acompañante, no va en nuestra contra, va con nosotros. 
El tiempo es el acompañante que me va llevando por los senderos de la vida y del aprendizaje, tú Señor eres el director y yo soy el conductor en este camino.
Ya entendí Señor, tengo que vivir, observar y disfrutar apasionada, encarnada y agradecidamente lo que sucede en MI TIEMPO.”

En esos lugares, en los hospitales donde los relojes son simplemente una herramienta para marcar citas y adornar paredes, donde ya no distingues el día de la noche, donde tu reloj corporal cambia por completo, en esas vivencias donde sientes que el tiempo se para, no pelees en su contra. Acepta tu realidad y agradece ese tiempo al lado de tus seres amados. Ve todo lo que SI HAY.

Conforme vayamos usando, aceptando y utilizando esos recursos que la vida nos pone en la mesa, será la manera en que las cosas y las vivencias den mensajes y den frutos. Dios tiene sus propias formas de obrar pues Él se dio a la tarea de mandarme ÁNGELES hermosos, uno de ellos, Tita, me compartió que cuando ella vivió esos días de mucho dolor y de mucha incertidumbre repetía y vivía: “Un día más, un día menos”. Fue entonces cuando decidí colaborar y hermanarme con el tiempo. Y escribí mi propia oración, mi propio mantra, mi propio mensaje motivacional: “UN DÍA MÁS, UN DÍA MENOS, UNA DÍA A LA VEZ,
A DARLEEEEEEEE, CON TODO”.

Este mensaje era para darme cuenta de que sólo tenemos el HOY, sólo tenemos este instante, este minuto y realmente ni soy dueño de ese minuto, solo estoy pasando a través de ese minuto y lo que yo sí puedo controlar es cómo uso y en qué o con quién uso ese minuto. Yo soy la única que sé qué construyo al ir pasando a través de ese minuto. Esa SÍ es mi responsabilidad, esa es mi misión.

Esta oración o mantra me ayudó a no dejarme asfixiar por el dolor, a no permitirme correr, a no permitirme competir contra el tiempo. Con esta verdad con esta oración que me contaba a mi misma, que me repetía a cada momento me daba la pauta de calmarme y tomar las decisiones que tenía que tomar ese día en ese momento. Me daba la paz de que solo por hoy estaba Carlos con nosotros y que solo por hoy íbamos a estar juntos luchando por él y con él.

Por esto y mucho más les propongo hacer las paces con el tiempo. Vamos a usar este maravilloso regalo como un recurso que nos lleva por diferentes espacios, senderos y dimensiones. En ti esta la decisión de hacer del tiempo tu aliado, de respirar hondo y meditar, de darle tiempo al tiempo y agradecer hasta esos tiempos tan complicados, agradecer cada minuto, cada segundo, cada suspiro.

Ponte de frente a tu Dios totalmente agradecida, no seas una espectadora de tu vida, se la protagonista y la conductora de tu presente, de tu HOY. Hazte amiga del tiempo para recoger las enseñanzas y los frutos de lo que tu construyas y aprendas en esta vida, en tu TIEMPO y a tu propio tiempo.

YO DECIDO HACER LAS PASES CON EL TIEMPO Y ABRAZARLO, AGRADECERLO Y APROVECHARLO INMENSA E INTENSAMENTE HASTA MI ÚLTIMO RESPIRO.

Abraza tu historia, agradece tu tiempo y VIVE:
 UN DÍA MÁS,
UN DÍA MENOS, UN DÍA A LA VEZ… /////

Alejandra Peart

Arquitecta y Licenciada en Letras Españolas con Maestría en Creación Literaria. Fundadora y Directora Editorial de Editorial Atemporia. Escribí el poemario En estas horas (Ed. Minimalia, 2004). Actualmente soy Directora de Contenido de la revista NES No Estás Sola, promotora cultural, editora, poeta, diseñadora editorial, feliz mamá de Rodri y esposa de Jorge. This is me.

2 Comments

  1. Responder

    Sara Rosales

    noviembre 9, 2018

    Gracias a la Vida, gracias a Dios, gracias al tiempo. El mayor de los éxitos logrado en una mujer que se funde con el Espíritu de la madre Tierra, es tener buenos frutos, porque es una de las misiones mas importantes, y a Tiempo Dios te dio un compañero que te entregó la semilla de la vida, y se sembró en una Buena Tierra. Y como dices tu Vero, un dia mas, un dia menos un día a la vez. Y a seguir adelante. Mientras Dios nos tenga en este tiempo.

  2. Responder

    Blanca

    noviembre 12, 2018

    Impresionante razonamiento pero muy verdadero. El Tiempo de Dios se mide en eternidad, nosotros lo limitamos al reloj y al calendario. Nuestra alma vive el tiempo de Dios… la eternidad. El alma sí trasciende a esa dimensión. Y allá encontraremos a todas las almas buenas que se alejan temporalmente de esta tierra. Vero, gracias por compartir. – Blanca Ramírez

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