AMIGA PROVIDA: NO SOMOS ENEMIGAS

Por Susana López Siller

Me ha costado mucho decidirme a escribir este artículo. Creo que un tema controversial puede causar todo tipo de reacciones, y hay partes pequeñitas en mí que aún luchan con ser agradables a todos, es un tema en el cual trabajo todos los días. Pero tengo también convicciones propias, y un gusto por la comunicación que me hace querer escribir todo aquello que pienso y siento. Y en pleno debate sobre la legalidad del aborto creo preciso hablar de ello, pero desde un punto de vista desde el cual no lo había hecho. Quisiera comenzar por decir que estoy a favor de la legalización del aborto antes de las 12 semanas de gestación. Y quisiera a continuación exponer los puntos que he analizado para tomar esa decisión. Quisiera explicar por qué creo que las mujeres no sólo estamos hechas para ser madres y porqué creo que NO todas las mujeres son capaces de serlo. Aquí no quiero juzgar a quienes son ProVida, ya que considero hay creencias en ellos que los hacen pensar de tal manera. Pero quisiera hablar sobre el por qué creo, que un Estado que garantiza el aborto seguro y legal para todas las madres, es un Estado que vela por la vida. Y por qué esta conversación debería pasar los límites de lo moral y lo religioso, a una conversación sobre lo real.

            Primero quisiera comenzar por hacer una diferenciación, pareciera que al decir que se está a favor del aborto, se promoviera. Como si cada que veo a una mujer embarazada  le gritara: “¡ABORTALO!”. No, no promuevo el aborto como UNICA opción en caso de embarazo. Tengo dos hijos pequeños que amo con todo mi corazón. Si alguien me preguntara sobre mi experiencia maternal, les diría que no hay mejor sentimiento que el amor que me han generado mis niños, pero me parece increíblemente egoísta e ingenuo pensar que mi forma de percibir el mundo y las herramientas que tengo para afrontar mi maternidad, son la generalidad. Existen un millón de razones por las que una mujer no quisiera convertirse en madre, y no es mi trabajo juzgar desde una óptica personal si su decisión es correcta o incorrecta. El que yo sea una mamá feliz y una que ha sabido superar los obstáculos que conlleva la maternidad, no quiere decir que todas las mujeres deben hacerlo. Al no ser responsabilidad de nadie juzgar a las mujeres que no desean llevar a término su embarazo bajo preceptos moralistas ¿Por qué lo sería del Estado?

            Entonces ¿Qué toma el Estado en cuenta, por ejemplo, en el caso de Nuevo León, para legislar o criminalizar el aborto? El concepto de la vida. Para ser más específicos, cuando esta inicia. Y es aquí donde el debate se ha centrado ¿Empieza la vida desde la concepción? Llevo tiempo creyendo que la pregunta se plantea erróneamente. Y no ha sido, hasta hace unos pocos días, que pude poner mi pensamiento en palabras gracias a las declaraciones de Antonio Lazcano, investigador y profesor emérito de la Facultad de Ciencias de la UNAM. Lazcano declara que, es correcto afirmar que existe vida desde la concepción, incluso desde antes: el espermatozoide y el óvulo son organismos vivos. Al igual, el embrión es un organismo que posee características de los seres vivos, Lazcano lo llama “Individuo en potencia”. Es aquí donde creo que debemos enfocarnos. El considerarlo organismo vivo e “individuo en potencia” no significa restarle importancia a aquello que representa y mostrar respeto por aquello que podría llegar a ser. Sin embargo, considerar que se debe legislar y proteger de la misma manera en la que se protege a una persona nacida, con pleno uso de consciencia y capacidad de sentir, lo considera erróneo.

            Ahora bien, si este argumento es insuficiente para aquellos que consideran que la vida comienza al momento de la fecundación, hablemos de las personas más perjudicadas e involucradas en el proceso: las mujeres. Yo estoy de acuerdo con algo: el aborto no debería existir. En un mundo utópico una mujer no debería tener que afrontarse a tal decisión. En un mundo ideal no existirían los embarazos no deseados por falta de información, las violaciones, la falta de acceso a la educación, las fallas en los métodos anticonceptivos, y un sinfín de otras situaciones que podrían orillar a una mujer a practicarse un aborto. Pero seamos reales, no vivimos en un mundo ideal, y en el que vivimos pareciera más fácil prohibir el síntoma (el aborto) que prevenir la enfermedad (violencia, falta de educación, falta de acceso a servicios de salud). Vivimos en un mundo en el que según datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH, 2016), el 66.1% de las mujeres en México, de 15 años o más, han sufrido violencia emocional, económica, física o sexual.  ¿A la mujer en México no se le puede garantizar su integridad física y emocional? ¿Y por qué se le exigiría entonces también llevar a cabo un embarazo? Es por esta y otras razones, que el aborto existe, ha existido y seguirá existiendo en un futuro. No es un tema de actualidad, no es que las mujeres sean más “liberales” o “rebeldes”, o que la sociedad sea cada vez más “inmoral”. Es que hoy en día hay visibilidad, existen plataformas diversas en las que se puede exigir que se respete el derecho de la mujer a elegir sobre su cuerpo y las condiciones de vida que está dispuesta a sobrellevar.

            Criminalizar el aborto no significa una reducción en el mismo, criminalizarlo representa una reducción en la información que tenemos sobre él. Criminalizarlo, lo oculta. Y cuando algo se hace detrás de la vista de la ley, es imposible regularlo, prevenirlo. ¿Cómo podemos saber quiénes abortan? ¿Qué sector de la población tiene mayor incidencia? ¿Cuáles son las razones por las qué lo hacen? ¿A qué edad una mujer es más probable que decida abortar? ¿Cuáles son los índices de violencia de género y abuso sexual, y cuántos embarazos son producto de ello? Todas estas preguntas son necesarias para poder elaborar políticas públicas y programas que busquen erradicar las causales del aborto. Es decir, si los Pro Vida quieren información para ayudar a disminuirlo, ¿No deberían primero saber cuándo y cómo pasa? Aquello que no se mide, no se puede modificar.

            También existe otra solución que se da desde una perspectiva ProVida, tal vez la que más conflicto me causa. Si no quieres al bebé, dalo en adopción. Así de simple, así de mágico. Y sí, en un mundo utópico como del que hablábamos hace un momento, cada niño que pise un centro de acogida tendría la seguridad de que en poco tiempo se le encontraría una familia amorosa y dispuesta a hacerlo parte de su núcleo. Pero como las cosas no son así, veamos cuál es la realidad. En México, al año 2018 según el DIF, existen 1.6 millones de niños huérfanos. No se sabe con certeza, si estos niños y niñas se encuentran en instituciones de cuidado y bajo qué condiciones. Se sabe que 30 mil niños y adolescentes viven en albergues u orfanatos públicos. Entre el 2012 y el 2017, sólo se registraron 5,342 adopciones. Entonces ¿Sigue siendo esta la opción más viable? ¿Quién está dispuesto a adoptar a estos niños? Y creyendo que si hay personas dispuestas a adoptar a estos niños ¿Es necesario hacer pasar a niñas menores de 15 años por todo el trauma y shock que podría generarles un embarazo? Recordando que según datos de la OCDE y UNICEF, 77 de cada 1000 embarazos son de niñas y adolescentes, ubicándonos como el país con el mayor número de embarazos infantiles. Aquí es dónde se debería poner atención en la calidad de vida de los niños y niñas en México.

            Y el último punto que me gustaría tratar, es el de la criminalización de la mujer. La mujer sigue siendo vista como la única responsable de lo que pasa con un embarazo no deseado. Y en vez de observar las diversas causas que pudieron haberlo ocasionado, se señala con facilidad a su falta de prudencia, y escucho decir por todos lados “eso le pasa por abrir las piernas”, o “quién les manda andar de calenturientas.” Porque cuando un hombre tiene sexo, aún sin consentimiento de su pareja, nadie piensa que está errado. Pero a una mujer, bueno, se le dicen un montón de ofensas por haber explorado su sexualidad y quedado embarazada. Es por eso que mi artículo va dirigido a mis amigas ProVida, a mis hermanas. A aquellas que se ven como de un bando contario y nos consideran poco humanas por exigir nuestros derechos. Esta lucha es de todas. Es por nosotras, es por los niños y las niñas. Es por una sociedad en la que se luche por aquello que garantice la vida: erradicar la violencia de género, los feminicidios, el maltrato infantil.

Amiga Provida, gritemos por eso. No somos enemigas.

Imagen de infonews.com

Susana López Siller

Mamá de dos, psicóloga, soñadora y feminista. Me apasionan los temas de salud mental, crianza y equidad de género, y cómo puedo aportar desde mis textos a crear una sociedad más justa. Escribir se ha vuelto mi terapia.

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