CÓMO APRENDE NUESTRO CEREBRO

Por Dennise Charles

¿Por qué los niños no aprenden? ¿Qué estrategias son las más eficaces para logar aprendizajes significativos? ¿Por qué los niños simplemente no cooperan para realizar sus actividades escolares?

Compréndelos un poco, no somos iguales

Claro, los niños de hoy difícilmente se muestran motivados para aprender, pero no podemos culparlos sino comprenderlos, y es que ponte a pensar: los niños de hoy nacieron en un mundo completamente tecnológico y lleno de estímulos y los pobres están siendo educados por padres y maestros que nacieron en un mundo completamente distinto al de ellos y aun así, los castigamos, los regañamos y los presionamos porque queremos que se adapten a nuestros métodos de enseñanza cuando somos nosotros los que tenemos que adaptarnos a ellos y a este nuevo mundo.

Redes neuronales del aprendizaje

Si no buscamos nuevas estrategias de enseñanza que se adapten a las necesidades que tiene el cerebro de nuestros niños, difícilmente vamos a lograr que ellos adquieran aprendizajes que perduren para toda su vida.

Afortunadamente la ciencia, al estudiar el funcionamiento del cerebro, ha podido encontrar el punto clave y de inicio para permitir que el cerebro logre conectar sus redes neuronales y así, poder aprender; pero si no activamos esta primera red neuronal, las demás quedarán a la deriva.

Las redes afectivas, el primer paso para aprender.

Sin emoción, no hay aprendizaje. Anteriormente había escrito sobre el aprendizaje como instinto biológico, por lo que, si el cerebro no detecta como significativo la información que recibe y no lo ve como una herramienta necesaria para la supervivencia, simplemente el cerebro descarta esa información.

Es por eso la necesidad de hacerles ver a los cerebros de nuestros niños, la importancia de esos aprendizajes, pero no es solamente darles el “speech” de la importancia de aprender, poner atención y hacer los deberes. Aquí entra nuestro papel como guía del aprendizaje, debemos buscar primero estrategias que motiven a los niños, que capten su atención y les permita permanecer motivados hasta el final. Su cerebro debe sentir que aquello que tú le estás ofreciendo es necesario memorizarlo (no hablo de la repetición, sino del almacenamiento a largo plazo) porque así podremos recuperar esa información para poder implementarlo en diferentes situaciones y poder sobrevivir a este mundo tan cambiante.

Enseñar con las emociones adecuadas

La motivación va ligada a emociones agradables como la felicidad y el entusiasmo. Si trabajamos desde el castigo, la humillación, el chantaje, el enojo o la frustración, lo único que estarás logrando es hacerle ver a ese cerebro en desarrollo que lo que quieres que aprenda sólo es importante y necesario para ti, pero para ese cerebro no lo es; el cerebro de nuestros niños está diseñado para cumplir sus propias expectativas y no la de los demás.

Las emociones agradables comparten redes neuronales con el hipocampo, la estructura implicada en la memoria. Recuerdos o aprendizajes almacenados con emociones placenteras, al ser recuperados, volverán a activar esas emociones, se liberará dopamina el cuál es el neurotransmisor que nos hace sentirnos felices y nos ayuda a centrar nuestra atención y nos sigue manteniendo motivados y activos.

Por otro lado, los recuerdos almacenados con emociones no agradables, al ser recuperados, también activamos esas emociones aflictivas y nuestro cerebro liberará cortisol, la hormona involucrada con el estrés que va degenerando e incapacitando las diferentes redes neuronales que a lo largo de nuestra vida vamos construyendo.

Sin emoción no hay aprendizaje

Las emociones agradables es solo el inicio de todo un circuito de redes neuronales que están distribuidas por nuestro cerebro. Existen más redes neuronales que debemos de activar para generar aprendizajes, en otra ocasión abordaremos las redes de representación y las estratégicas.

Hoy me gustaría concluir con esta hermosa frase de Francisco Mora, doctor en medicina y neurociencia:

“Sin emoción, no hay curiosidad, no hay atención, no hay aprendizaje, no hay memoria”

Dennis Charles

Mamá de dos niñas, psicóloga con Maestría en Aprendizaje y cognición y especializada en neuropsicología infantil, certificada en Discipline Positive Parent Educator y en Encouragment Consult.

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