YO EN EL EMBARAZO

Por  Cristina Aguirre 

 

Platicando con una futura mamá de los achaques del embarazo, moría de risa de acordarme de todas las cosas que pasamos en esta etapa. ¡Y sí! Desde la concepción de un bebé, estamos hablando de un milagro.  Y hago énfasis en esto, porque no quisiera herir susceptibilidades. Pero esta vez pido permiso para hablar, de lo chusco y sin filtros.

Yo, mis tres embarazos, la pase fatal, estaba emocionada y excesivamente feliz de escuchar en ese primer ultrasonido esos latiditos tan perfectamente sincronizados, pero obviamente no sabía que probablemente la cigüeña era una opción menos tortuosa.

Comenzamos con la guerra hormonal: “Hola, te presento a tu verdadera esposa”; cuando estás embarazada, el estado de ánimo es como una montaña rusa y pareciera que desaparecen los  filtros que uno tiene al hablar. Nos hacemos expertas en limpieza, decoración, detectoras de olores y expertas en inventar platillos a media noche, pero para controlar emociones, pareciera que volvemos a la niñez.

Algunas con vómitos interminables, otras con agruras que casi sientes que es ácido muriático lo que tienes en la garganta. Y no es mucho lo que puedes tomar o hacer al respecto. Huyes de la gente que estornuda, porque una gripa, le hablas al doctor y te dice, tome miel.

Hay mujeres que me han dicho literalmente en la cara “me encanta estar embarazada, lo mejor que me ha pasado en la vida” y yo con una mega cara de incredulidad… ¡Es en serio? ¡Salud! Ah perdón, yo me la tomo por ti.

En el embarazo cambia el cuerpo en todos los sentidos, se alenta tanto el sistema digestivo y el cerebro pareciera estar como en modo suspensivo. Eso sí, maniobra estratégicamente para defenderse de cualquier cosa que el esposo haga o deje de hacer.

Te comienza a crecer la barriguita… y precisamente esa etapa en la que no pareces embarazada sino que te empaquetaste unos tamales de más…. aun así buscas la manera de presumir, ese serecito que abulta el vientre .. y como no vives en Facebook; no es como q puedes ir en el súper gritando a los cuatro vientos  “¡no es panza de tamal! ¡voy a ser mamá!”

Así que ese bultito confusivo para los demás puede llegar a ocasionar que gente que definitivamente no nació con filtros, haga comentarios como “mira cómo has embarnecido” “ahora si te ves más gordita” y tú con apenas dos semana de embarazo. (Nota cultural caballeros: A ninguna mujer…  A NINGUNA …. le gusta saber si engordo.)

Acaso vamos por la calle diciendo “hay qué entraditas compadre… definitivamente has envejecido!” ¡Noooooo! ¡No decimos eso! Ustedes tampoco, Gracias.

Los jeans que atesorabas ya no te quedan  hasta que de plano casi pidieran a gritos “no parfavaaaar ponte unos leggins” y comienzas a comprar tallas más grandes que te hacen lucir bien, hasta que de plano no te queda más que explorar esa tienda de maternidad donde la ropa muchas veces es espantosa …. de por si uno se siente “llenita”, ”esperanzadita”  y con batón de abuelita; PUES  NO HAY MUCHA  ALTERNATIVA.

Te pusiste el mejor batón que pudiste encontrar y llegas a la casa con el marido… “¿me veo bien?”
– Si mi amor….
– Me veo gorda?
– Estás embarazada
– ESTOY GORDA Y NO ME DICES, ¿es la papada? ¡Dímelo!

(INSISTO, BEATIFIQUEMOS A LOS MARIDOS EN ESTA ETAPA)

Y bueno ya usamos la ropa de maternidad,  ya cambiamos de zapatos por qué los pies también andan en huelga … y ya asesinamos aunque sea mentalmente a dos tres personas que osaron a hablar de nuestras dimensiones.

EL cerebro como dije anteriormente se rehúsa a trabajar en equipo y es difícil acostumbrarte al nuevo equipamiento que hace que choques con todo… topas con la mesa, con la barra, tiras un niño y ni hablar de…. quitarte unas botas por ti sola, IMPOSIBLE… una vez me espere a que llegara mi esposo… “ayúdame porfavor casi al borde del llanto”….  o se te cae algo debajo de la cama… y objeto caído, objeto perdido…

Son esas etapas que verdaderamente, necesitamos mucha pero mucha comprensión y paciencia externa,  nos llegamos a sentir tan inútiles. ESO SI: VALIOSAS LO DOBLE, pero en agilidad… CERO.

ESO SI, cuando ya agarras forma de embarazo, nos convertimos como en una especie de “Buda”, pareciera que tienes un letrero de “tóquenme la panza por favor”, de pronto saludas y te tocan el vientre  y se quedan como sobándolo mientras platican y tu con cara de ¿ya terminaste? y es que tengo como una línea territorial muy marcada y un día en el super, mientras hacía fila para pagar, me pregunta muy amablemente un señor ya de edad avanzada:

– ¿Cuánto tienes?

-“7 meses”-

– ¿Puedo tocarte la panza?

¡¿Que conteeestas?! Yo más tiesa que nada, por cortesía lo permití…  pero fueron los cinco segundos más incómodos y perturbadores de mi embarazo (sin contar claro los chequeos ginecológicos).

Y bueno …. Como la mayoría de las lectoras son mujeres me atrevo a entrar en este tema:

La intimidad (nada más cómico que una mujer de 8-9 meses INTENTANDO hacer algo por el estilo).

No hay prenda más cómoda que el camisón del marido…. ¿o no? en el embarazo duermes COMO PIEDRA las que nunca roncaron comienzan a roncar ( cosa que no entiendo si también se ensancha la nariz) … pero bueno los esposos pueden llegar a entender lo que sufrimos cuando roncan en exceso. Imagino a mi esposo volteando a verme a mitad de la noche “hay canijo así no me la entregaron”.

Las amigas hablan de intimidad y tú solo ríes por dentro… imaginándote esa parte de la película liberen a Willy…. somos como un oso panda; tierno SI, sexy, nunca lo sabré… …. “consejos como se creativa atiende al marido y tú solo pensando los días que faltan para dormir boca abajo”. ¡¡ Se mueve se mueve!!! “Bueno lo dejamos para otro día” Duerme osito panda feliz.

Con papada abultada, nariz grande y pies de elefante no fue suficiente para desanimarme y medir cada día como mi vientre crecía….y es que no importa que tanto pueda uno batallar en esos nueve meses, vale la pena la trayectoria ya que el resultado es una plena garantía de amor, PARA TODA LA VIDA.

Cristina Aguirre

Soy licenciada en derecho, esposa y madre de tres hijos. Actualmente estoy laborando en una empresa familiar restaurantera, junto a mi esposo. Comencé a escribir como DESAHOGO en mis muy, muuuuy reducidos tiempos libres; escondida en la lavandería, mientras los niños dormían. Gracias por la oportunidad, en especial a todas aquellas mamás que me impulsaron a hacer esto.

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