¿Por qué las estancias infantiles son un ganar para todos?

Por Susana López Siller

Soy mamá de dos y hace apenas unas semanas regresé al trabajo después de mi segundo bebé. Mi hijo mayor asiste a una escuela privada 4 horas y media, y el pequeño se queda en casa con su niñera hasta que termina mi día laboral. Me siento afortunada por tener los medios para poder pagar a una persona que cuide y quiera a mis hijos mientras yo me ausento, también porque tengo un trabajo que me permite, en caso de ser necesario, llevar a mis hijos a la oficina y tenerlos conmigo con compañeras y compañeros increíbles que me ayudan en su cuidado para que el día no se haga tan pesado. Todas estas ventajas que poseo en el momento, me han permitido desarrollarme laboralmente y me permiten sentirme motivada a que aun siendo madre puedo crecer en mi carrera profesional. De igual manera, el sentido de realización y libertad que me otorga el poder aportar a la economía de mi familia es invaluable. Sin embargo, muchas veces al ver a mi alrededor, me doy  cuenta que mis condiciones son lamentablemente la excepción y no la norma.

            El costo que implica hoy en día mantener una familia y las crecientes oportunidades de estudiar y de incorporarse al mercado laboral, han hecho que cada vez más mujeres salgan a trabajar y dejen a sus niños al cuidado de terceros. Se calcula que en México, al año 2018, había 20.9 millones de mujeres económicamente activas, de las cuales el 73.9% eran madres, es decir las mamás lideran la lista de mujeres que trabajan. Sin embargo, según datos del Gobierno Federal en el mismo año,  8 de cada 10 mujeres económicamente activas carecen de acceso a servicio de guarderías. Las estancias infantiles de la antes Secretaría de Desarrollo Social ahora Secretaría de Bienestar, son una de las opciones para el cuidado de los menores. Pero actualmente se anunció un recorte de casi el 50% al presupuesto destinado a estos programas, con el pretexto de que el subsidio que se otorgaba anteriormente, se entregará directamente a los padres y no a través de un tercero (es decir, las estancias). De igual manera, se ha declarado que existían enormes redes de corrupción en donde el dinero destinado al proyecto, terminaba yéndose a los bolsillos de las personas incorrectas. Repruebo enormemente este hecho, pero me pregunto ¿Y los niños y las madres trabajadoras que tienen que ver con todo esto?

            Respecto a lo que se ha declarado en los últimos días sobre los beneficios de este cambio quisiera analizar dos puntos: Primero, la finalidad de las estancia infantiles no sólo es la de facilitar a las madres su incursión en el mercado laboral, sino que también es un esfuerzo del Estado por velar el bienestar y correcto desarrollo de la primera infancia. Las estancias infantiles en muchos casos, fungen como vigilantes de las situaciones que se viven en casa y puedan poner en riesgo a los menores, niños que pueden llegar malnutridos, desvelados o en el peor de los casos violentados.  Estos niños cuentan con sus cuidadoras para que estas situaciones se detecten, y el mejor de los casos, se corrijan. De igual manera, los alimentos que ofrecen las estancias, son a veces, la única fuente de alimentación con la que cuentan estos pequeños. Y para las madres, es reconfortante saber que al menos, en la estancia, su niño estará comido y protegido. Con los $1,600 bimestrales que ofrece el Programa de Apoyo para el Bienestar de los Niños y las Niñas, considero difícil que una madre pueda cubrir el gasto de los insumos que antes otorgaba la estancia, y aparte cubrir el costo de una persona que los cuide en casa. O en el peor de los casos, al ser una madre o padre de bajos recursos, este dinero se utilizará para cubrir otros gastos y no necesariamente para el cuidado y desarrollo de los niños, ya que en los lineamientos del programa, no se menciona dentro de sus responsabilidades el cuidar que el dinero otorgado se use precisamente para su fin o que los niños asistan a una estancia.

            En segundo punto; el decir, incluso de forma bromista o sin importancia, que las abuelas pueden hacerse cargo de sus nietos, es perpetuar una perspectiva de género en la que la mujer es la única responsable del cuidado de los niños, incluso cuando estos ya no son sus hijos sino sus nietos. La edad de jubilación en nuestro país es de 65 años, y hay mujeres que aun siendo abuelas, necesitan trabajar para poder mantenerse y en algún punto recibir una pensión por su retiro, o en la peor de las situaciones si la abuela no estaba incorporada en el sector formal laboral, probablemente trabaje aún o dependa de terceros para su manutención. O en todo caso, si la abuela no trabaja, ¿Qué no tendría el gobierno que pensar en cómo hacer de la vejez una edad de descanso y recompensa por todos los años de trabajo contribuidos a la sociedad? Hay abuelas que deciden cuidar de sus nietos y ayudar a sus hijos a lograr sus metas profesionales, de hecho, el 51.2% de los niños que no son cuidados por sus padres, lo son por sus abuelas. Sin embargo, no existen datos que prueben que este porcentaje se muestre así por un acuerdo de beneficio entre las abuelas y sus hijos, o por la falta de opciones viables sobre el cuidado de los niños.

            Ahora, existe también el caso en el que se han reportado abusos o malos tratos en ciertas estancias infantiles del Estado. Este si sería un tema prioritario de una agenda en pro de la niñez. Garantizar, que a pesar de que una madre decida trabajar para buscar una mejor vida y avanzar profesionalmente, los niños estén bajo el cuidado de personas preparadas, que velen por un desarrollo sano y feliz. Una de los objetivos de un gobierno enfocado en cerrar las brechas laborales de género y cuidar de la infancia, sería supervisar y garantizar que se pueda otorgar el servicio de estancias a las madres y sus menores, con transparencia y profesionalismo.

            Creo que hay mucho trabajo por hacer, y coincido en que debemos con carácter urgente terminar con la corrupción que se ha metido incluso con los más pequeños. Pero desde mi punto de vista, privarlos de un espacio de sano desarrollo, y retroceder en el lugar que se han ganado las mujeres en el mundo laboral, sería un enorme error del presente gobierno, que pagaríamos muy caro todos como sociedad, no sólo aquellos que utilizan este servicio. Si se logra modificar la estructura de las estancias infantiles, y estas se convierten en lugares seguros y óptimos para los niños que fomenten valores y civilidad, recordando que son niños que algún día serán adultos ¿No sería esto un ganar- ganar para todos?

Susana López Siller

Mamá de dos, psicóloga, soñadora y feminista. Me apasionan los temas de salud mental, crianza y equidad de género, y cómo puedo aportar desde mis textos a crear una sociedad más justa. Escribir se ha vuelto mi terapia.

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