LABOR DE MADRE

Por Miriam Valdez

Educar en esta época resulta un tanto agobiante en ocasiones por la cantidad de información y corrientes que abundan al respecto. Sin embargo, siempre existen en mi mente las atinadas palabras de mi marido cuando me encontró echa un mar de lágrimas con uno de los tantos remordimientos que dan en esta labor de ser madre: “tú eres la mamá, tú eres naturaleza, sigue tu instinto, no te juzgues tanto”.

Constantemente me cuestiono cómo educaban nuestras antepasadas, desde mi madre quién crió cuatro muy distintas mujeres, con resultados completamente diferentes (y sorprendentes) en cada una; ella, única mujer entre tres hermanos con una educación un tanto machista -acorde a la época-, hasta mis abuelas llenas de estereotipos que pasaron a mi generación como leyendas: “era muy gallona, mujer fuerte, de armas tomar”; y por el otro lado la otra abuela “era un pan de dios, pura bondad, jamás levantó la voz ni la mano a sus hijos”… ¡Qué  contradictorio! Recibí dos mensajes muy opuestos para ser madre: no ser dejada, ser mano firme con los hijos porque si no “se te trepan” y por el otro, me mandaban un mensaje que ser así no era maternal, no era una ejemplo de dulzura, de ternura, de condescendencia, donde no se debe perder la paciencia y se debe educar con puritito amor. Pero era así, se educaba como se indicaba: generación tras generación y por puro instinto, qué libros ni qué ocho cuartos, hasta el día de hoy cuando la crianza es constantemente cuestionada, cuando existen un sinfín de corrientes para la paternidad.

Los desafíos en mi labor de ser madre se han intensificado al tener hijos de diferente género, edades y sobre todo, de tan variados temperamentos (¡y lo que me falta!). A diario compruebo que esa dualidad de fuerzas maternales provenientes de mis antepasadas habita en mí, y lo corroboro cuando escucho a mis hijos hablarle enércigamente a la pequeña de tres años y luego abrazarla diciéndole “no debes hacer eso, o mira, mejor te enseño a hacer tal cosa”. Es muy gratificante verlos al borde de la desesperación pero al final, hablarle amorosamente ofreciéndole opciones. Y sí, así es mi forma educando. Casi los ahorco, me salgo de mis cabales y freno…y siempre acaba en un “te amo, te trato de educar, y te amaré hagas lo que hagas toda mi vida”. Quisiera ser neutral, punto medio constante, pero la realidad dista mucho de ese ideal.

Me agrada poder educar con esta libertad de nuestros tiempos, en donde ya no hay tanta radicalidad, sino más bien la consigna de educar seres integrales, equilibrados, con ésta fuerza femenina y masculina bien amalgamada. Agradezco al universo darme la oportunidad de criar varones y una mujer. Confieso que cuando supe que serían varones, me sentí aliviada en el fondo -educar hombres es más fácil- pensé. Así lo veía, como si se tratara de sacar un producto al mercado que cumpla x características -un tanto estereotipadas- de lo que se espera y debe ser un hombre. Y cuando apareció mi niña en escena, francamente me asusté… una mujer…una mujer… ¿cómo voy a educar a una mujer YO, aún viniendo de un mundo de mujeres? ¿Cómo voy a transmitirle mis aprendizajes, éste abrirme paso en la vida, ésta lucha constante y permanente de ser mujer y de igualdad sin perderse en el intento? (y no me digan que no es así, porque sigue siendo así).

Abracé a mis dos abuelas –y a mi madre- y las honré en sus formas, aceptándolas como parte de mi crianza. Hoy trato de educar con lo con lo mucho o lo poco que me da esa conciencia,  después de tanto leer, de buscar información de “cómo educar mejor”, de escuchar tan diversas opiniones (que la mayoría de las veces no pedía), me quedé con lo que me pareció adecuado de aquí y de allá, pero sobretodo, hice un alto en el camino de esos como cuando te das cuenta que si alguien puede lograr cualquier cosa, también puedes tú, porque simplemente eres de la misma especie; me quedé con las sabias palabras de “sigue tu instinto”. Dejé de juzgar mis acciones y llegué a una simple conclusión: voy a educar siendo congruente conmigo misma.

¿Qué significa esto para mí? Poder decirles a mis hijos que tienen que ser fieles y leales a ellos mismos, a sus convicciones. Por ejemplo, cuando me ataca el “estoy en casa como ama de casa”, cuando me lo han cuestionado mis propios hijos -y la misma sociedad-  les digo “lo hago porque yo lo elegí”. Tengo una carrera, una maestría, he “trabajado formalmente” y alcanzado ciertos logros laborales que parecen importantes, poseo una cierta independencia económica, sin embargo, estar al lado de mis hijos en este momento es lo que para mí es correcto, es lo que quiero hacer; y cuando ya no lo quiera, ya no lo haré. Si a los ojos de los demás parece un error, para mí no lo es, porque yo así lo decidí. He tenido esta fortuna de estar donde quiero estar, siempre, y viceversa. A veces pienso que la vida ha sido muy generosa conmigo y luego caigo en la cuenta que es una cosecha de lo que he sembrado: serme fiel, en todo momento, ante cualquier señalamiento, ante cualquier adversidad y situación que he vivido; he estado donde he ELEGIDO estar cada paso que he dado, consciente, segura y firme. He logrado lo que he querido y lo que me propongo, me he esforzado bastante muchas veces, otras no tanto. Pero siempre hay en mi mente una dirección de lo que quiero lograr. A nadie le he cedido el timón de mi vida, sólo a mí misma. Y me enorgullece muchísimo. Porque sé que puedo empezar de cero una y mil veces, porque soy capaz de darle la vuelta a la página cuando un capítulo se cierra, porque sé que soy cambio constante, aprendizaje, evolución, conciencia, la mejor y la peor de mis versiones dependiendo de la situación, arropando a ambas por igual.

Eso quiero dejar de legado a mis hijos: eres un ser equilibrado, puedes lograr lo que quieras, reconócete imperfecto pero la más grande obra del universo, no te exijas demasiado, pero ve por todo, no te conformes, y cuando llegues, disfrútalo, ponle pausa y espera la siguiente hazaña. Me imagino corriendo detrás de un animal, acecharlo, espiarlo, crear una estrategia para tenerlo, cazarlo y, finalmente, sentarte a devorarlo. Siempre consciente de lo que estás haciendo, de tus convicciones, de tus metas, de tus sueños, de tus roles, de tu libre albedrío, de quien realmente eres, de cultivar lo que te haga vibrar.

Desconozco cuál vaya a ser el “resultado final” de la historia de mis hijos. De pronto concluyo que tanto su padre, como yo, somos personas que nos movemos bajo la misma premisa: estar donde queremos estar. Y quiero pensar que la famosa frase “la palabra educa, pero el ejemplo arrastra” acabará dando frutos. Entonces recuerdo que aún así, de árboles derechos salen árboles torcidos y viceversa, que la manera de educarlos hoy influirá, pero no determinará, porque cada quién traemos nuestro propio bagaje.  Así que dejo de poner expectativas en mis hijos, con la firme promesa que no me sentiré culpable ni hoy ni nunca de la vida que van a tener, porque sabré que hice lo que creí que debía hacer.

Sigo creyendo que existen roles, que la mujer es la madre y debe ejercer ese derecho a criar. Si bien la crianza hoy en día es compartida, y no debe ser exclusiva de la madre, la mamá es la mamá; es instinto, es dualidad, es incondicionalidad. Hoy, llevar a cabo mi rol de madre es mi vocación y mi día a día, mañana seguramente será una satisfacción más en mi lista.

Miriam Valdez

Soy mujer, madre de tres, esposa de uno. Licenciada en diseño gráfico, máster en administración, comunicóloga de clóset. Amante de la lectura, de la cocina y de la naturaleza. Escribo desde muy pequeña como una forma de reflexión y expresión sin grandes pretensiones. He llevado mi vida por muy diversos caminos y fases. Inicié una vida profesional en el sector privado alcanzando puestos importantes y decidí dejarlo para vivir mi maternidad más de cerca. A partir de ese momento he emprendido negocios, me involucro en proyectos que me representen reto, ingreso y diversión. Mi búsqueda constante: el balance. Mi mayor satisfacción: ser madre.

1 Comment

  1. Responder

    Mely Soto

    julio 31, 2019

    Que hermosas palabras y que atinados comentarios. Felicidades por tener la habilidad de expresar lo que muchas madres vivimos al comenzar esa hermosa profesión que es la maternidad.

DEJA UN COMENTARIO

LECTURAS RELACIONADAS