HOY TE VI DORMIR

Por Miriam Valdez

Hoy te vi dormir, aquí, pegadito a mi. Escuché tu respiración y tu suspiro, sentí tu cuerpo tibio buscar el mío, te moví un poco hacia allá, fue inútil, buscaste volver y no te conformaste con sentirme, te aseguraste de poner los pies en mi espalda.

Hoy te pedí que durmieras en tu cama, te expliqué que el descanso es vital para mi, para poder estar contigo cien por ciento durante el día para poder tener la energía que requieres. Tú solo me observaste en silencio, pareciera que no comprendes. Es más, me atrevo a decir que no estás de acuerdo conmigo y que quisieras decirme que al contrario, que tú sí descansas cuando duermes a nuestro lado.

Dos momentos favoritos en mi día: el primero, acostarme junto a ti hasta ver cómo concilias el sueño y  el segundo, despertar y volver a verte, tranquilo, en silencio, sin alborotos, a tus anchas. Te observo y no puedo evitar que mis ojos se llenen de lágrimas, tantas bendiciones repartidas en tres pares de pies, tanta gratitud a Dios por poder apreciar tres cuerpecitos esparcidos por toda la cama, aquí junto a mi, bajo mi resguardo, en donde se sienten seguros y amados, en donde saben que siempre estarán protegidos. Tanta dicha al saberte sano, pequeño, con sueños e ilusiones, con energía desbordante…entonces abres tus ojos y me miras, me dedicas la mejor de las sonrisas, me abrazas y me das los buenos días. Con emoción me cuentas lo que soñaste, sueños fantásticos llenos de absurdos y asombro, nos reímos y comienza otro día. Otro día en el que quizás reiremos mucho y nos enojaremos otro tanto, otro día en el que seguramente te regañaré por algo que suceda y te abrazaré espontánea y fuertemente, otro día en donde tengo la esperanza de que permanezcas en tu cama toda la noche y pueda tener un sueño completamente reparador, aunque sé que no sucederá de esa forma. Otro día en el que sólo espero a que vuelva a llegar la noche para saber que estás aquí, seguro, en casa, en donde tu lugar favorito es junto a nosotros, en donde aún no me desvelo precisamente por no saber dónde estás.

Las opiniones siempre son diversas “no permitas que duerma contigo, es antihigiénico, no lo estás haciendo seguro de sí mismo, debe vencer sólo sus miedos; no te acuestes con ellos para que duerman, deben aprender solos, etc.” Pero si supieran lo que vivo: acostarnos juntos al saber que termina un día, así bañaditos y finalmente limpios, leer alguna historia o mejor aún, inventarla, pelear por estar a mi lado, uno pide cosquillas, la otra acostarse en mi “pancita”, otro pide aromaterapia. Llega papá, muchas veces aún despiertos, otras más ya dormidos, saben con seguridad que los llevará a su cama, porque aún puede cargarlos, y veo como lo rodean con sus brazos cuando los levanta, semidormidos, y recargan la cabeza en su pecho, ahí también se saben seguros.

De sobra sé que llegará ese día en que no quieras más dormir junto a mi y sé que sucederá antes de lo que imagino. Segura estoy que emprenderás el vuelo y soñarás lejos de casa, en ese mundo que sólo te pertenecerá a ti. Por eso hoy, aún con el cansancio que pueda provocar un sueño intermitente por tres personitas que son mi todo, te cobijo en mi cama para que siempre estés seguro de una cosa: mis brazos siempre van a estar aquí para ti.

septiembre 9, 2019

Miriam Valdez

Soy mujer, madre de tres, esposa de uno. Licenciada en diseño gráfico, máster en administración, comunicóloga de clóset. Amante de la lectura, de la cocina y de la naturaleza. Escribo desde muy pequeña como una forma de reflexión y expresión sin grandes pretensiones. He llevado mi vida por muy diversos caminos y fases. Inicié una vida profesional en el sector privado alcanzando puestos importantes y decidí dejarlo para vivir mi maternidad más de cerca. A partir de ese momento he emprendido negocios, me involucro en proyectos que me representen reto, ingreso y diversión. Mi búsqueda constante: el balance. Mi mayor satisfacción: ser madre.

DEJA UN COMENTARIO

LECTURAS RELACIONADAS