YO ¿DEPRIMIDA?

Por Dona Wiseman

Vamos a darte unas tareas para que trabajes la tristeza.  La lista de tareas está aquí en algún lugar junto a mi sillón.  No la he visto en meses.  Me hace ruido que incluya cosas que parecen estar diseñadas para eliminar una presencia en mi vida que no deseo eliminar.  Entonces, no he hecho la tarea, y la tristeza parece crecer y hacerse más y más parte de mí.  Ayer sugirió mi doctora que tal vez estoy en una leve depresión.  Sabíamos que esa sería la siguiente fase de la pandemia, la depresión. 

No me sorprende que me esté rondando.  Prueba número uno es que no quiero soltar mi tristeza.  ¿Qué otras cosas pueden indicarme que estoy atravesando lo que el viaje del héroe llama la noche oscura del alma?

  • No me ayudan las bromas, más bien me irritan. 
  • Estoy cansada y no quiero que me des ánimos
  • No me digas que puedo hacer algo que te estoy diciendo que no puedo hacer (como tomar vacaciones).  NO PUEDO.  Tal vez ni quiero, pero hazme el favor de dejar de chingar.
  • Los comentarios que antes tomaba de manera abierta (“Oye, invítame a comer.”) ahora me provocan respuestas sarcásticas (“Y ¿cuándo me vas a invitar tú?”)
  • Me siento drenada, con muy poco para aportar.
  • En este momento resolverte el problema de la prima de tu amiga me pesa mucho, no traigo tanta energía.
  • Escuchar tus aventuras y planes no me emociona mucho. 
  • Me es más fácil pensar en hacer las cosas sola a estar acompañada, y a la vez me siento sola.
  • Hoy sí me es molesto tener que esperarte.
  • Cada sonrisa que saco, y lo hago porque me hace bien, me cuesta una cubeta y media de lágrimas.
  • Me alegro mucho cuando te veo bien.  No tengo energía para criticar. 
  • Como poco y pocas veces al día.
  • Cada mañana en la regadera, al lavarme los pies, pienso aquí estoy de nuevo donde mismo, y seguramente ninguna otra cosa cambiará hoy.
  • Mis transiciones están a medias y tengo una fogata pendiente.  Aviso que ando muy irritable y no recomiendo que te acerques cuando por fin haga la fogata.

Hay varias situaciones en la vida de hoy que me tienen hundida en tristeza y que me hacen sentir por hoy que viviré con pérdidas para siempre.  Tantas pérdidas, muchas pérdidas.  Pérdidas de un tipo y de otro.  No he tenido tiempo de reponerme de ninguna.  Y ahora veo pérdidas hasta donde no hay.  La canasta de las pérdidas está muy a la mano y estoy con el impulso de aventar todo allí.

Curiosamente hay un par de excepciones a mi negatividad.  El vino tinto…eso ya lo saben.  Pero no hablo de ese tipo de cosas.  Hay una persona que tiene la costumbre de decir, “Todo saldrá, ya verás.”  No es que le crea, pero su voz tiene un tono que reconozco.  Creo que me lo dice desde un lugar interno suyo que conoce muy bien el espacio en que ando yo.  Aparte, no intenta hacer nada, aunque ha tenido un par de ocurrencias que me han entusiasmado. 

Entonces, para todas Uds. que están o han estado o estarán en una situación similar:  ¿Qué vamos a hacer?

  • Revisión médica y resolver asuntos fisiológicos que seguramente andan por allí.
  • Acudir con un nutriólogo que también es terapeuta para agregar los suplementos adecuados a la dieta, y para comer o dejar de comer lo que conviene o no conviene.
  • Hacer lo que realmente quiero hacer.
  • Planear para el futuro cercano.
  • Ubicar con quienes sí puedo estar.  ¿Quiénes son las personas con las que me siento cómoda?
  • No exigirme más de la cuenta, mientras me mantengo funcional.
  • Contemplar hacer las tareas para trabajar con la tristeza.  Veré si baja la resistencia a ello. 
  • Ir a terapia. 
  • Buscar a los maestros y hacerles preguntas concisas y concretas. 
  • Tomar sol.
  • Pedir ayuda.
  • Hacer las cosas por pasos.
  • No aceptar trabajo o sacrificios extras.  Decir “no”, “ahorita no”.  No acomodarme a las necesidades de los demás.
  • Pedir lo justo.
  • Orear la casa.
  • No involucrarme en asuntos (pláticas, etc.) que me exigen mucha energía.

Aparte de todo eso, tal vez quieras leer los libros de Thomas Moore, El cuidado del alma y La noche oscura del alma.  Estamos todas en nuestro viaje, el viaje del héroe es la historia de cada una de nuestras vidas.  Tal vez la semana entrante escriba sobre ese viaje.

Dona Wiseman

Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.

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