SOSTUVIMOS LA VIDA

Por Dona Wiseman

Corría la última cuarentena.  Era febrero del 2022, a escasos dos años desde el aviso de un posible desastre de salud mundial.  Era un día con sol, algo que no habíamos visto en unos cuantos días.  Había hecho frío.  Seguía la última cepa del virus haciendo de las suyas.  Parecía no pasar, en general, de una especie de gripe, más que menos severa.  Corrían noticias de fallecimientos y se decía que una gran parte de los fallecidos eran personas que habían decidido no vacunarse.  Con estas noticias se activaban el juicio y la burla.  Sí, hay quienes se burlan hasta de quienes mueren, que porque han muerto por pendejos.  No sé.  El ambiente de esta última cuarentena se pintaba así.

Y yo me daba cuenta de muchas cosas.  Veía cómo los ojos de unos vigilaban a otros, en su trabajo, en sus propuestas, en su manera de vivir.  “Envidia” lo llamaban.  Yo siempre lo llamé miedo.  Era inevitable tenerle miedo a una enfermedad que ya nos había cobrado tanto.  Era imposible saber cuál era el curso adecuado a seguir.  Todo era una apuesta, un albur.  Era también imposible no temerle a cualquier amenaza de pérdida.  Así había corrido la historia de la humanidad.  Desde tiempos antiguos si alguien amenazaba la propiedad, los derechos (o supuestos derechos), el trabajo, las ganancias, el porvenir, el territorio, o la propiedad de otro, se desataban las más sangrientas guerras, literales y figurativas.  

Yo le apostaba a una declaración que había oído hacía mucho tiempo, tanto que no recordaba quién la había hecho.  “Para todos hay.”  Y lo creía firmemente.  Creo que muchos otros pensaban igual, porque en esos tiempos veía a mucha gente trabajando como nunca.  Estábamos haciendo esfuerzos de superhéroes para mantener en pie los negocios, los trabajos, los servicios, la educación, las industrias, las artes, y la vida misma.  Invertíamos sin ganar.  Apoyábamos a otros.  Trabajábamos en equipo.  Bueno, algunos.  Hubo quienes, como siempre, buscaban mantenerse de lejos, criticando y advirtiendo que los demás no íbamos a poder mantenernos de pie, que no sabíamos lo que hacíamos.

Hoy el mundo está lleno de los frutos de los esfuerzos que hicimos por adaptarnos.  Nuestra vida se volvió híbrida.  Hay procesos que se eficientizaron.  Aprendimos a hacer filas y a esperar.  Sabemos mucho de suplementos alimenticios.  Buscamos alternativas creativas cuando se requieren.  No esperamos ya una vida tan consentida y privilegiada.  Sabemos que la vida en sí es un privilegio.  Creo que entre todo lo que hemos adquirido se incluye una nueva especie de valentía.  ¿Se dan cuenta de lo valientes que hemos sido?  En esa última cuarentena, salir de casa era un peligro.  Pero sostuvimos la vida.  Lo hicimos como pudimos, ahora sí, si hay un Dios, como él (o ella o ell@) nos dio a entender.  Sostuvimos la vida. 

Sigo pensando en mandarme hacer un “outfit” postapocalíptica, como premio a la valentía.  ¡Son la onda!

Dona Wiseman

Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.

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