LA TERCERA CUARENTENA

Por Dona Wiseman

En esta cuarentena mis sueños se escapan en cuanto abro los ojos.  Solo remanentes permanecen, vagas ideas y sombras de las figuras que me acompañaron.  Estoy viviendo más profundamente en el misterio, un misterio que se niega a ser develado, por ahora.  Pero hoy no toca entender misterios.  Hoy toca sortear operativos.

El maestro te invita a una reunión programada.  Tema: Lo que sigue.  Hora:  Lunes, agosto 16 a las 7pm, hora de la Ciudad de México.  Identificación de la reunión: 834 1234 9876.  Contraseña:  Clasificada. (Léase con voz de “off” como en una obra de teatro.)

Llegan una tras otra las invitaciones.  Son como llamadas a misa, hasta con campanas.  Respondo al minuto y me dispongo a la tarea de mantener la operatividad a pesar de que el significado me ha sido negado.  Prendo la pantalla y participo en las reuniones de trabajo y otras.  Los debates van desde si debemos reiniciar el trabajo presencial a temas de estadística de contagios y nadie sabe realmente qué hacer.  Cada uno en su salaoficinarecámaraterrazapatio, o tal vez hasta en el baño, está dispuesto, estamos dispuestos y estoy dispuesta, pero ¿a qué? 

He estado sentada mucho tiempo.  Tengo cansada la vista por el trabajo en pantalla.  No me he puesto zapatos en meses (muchos meses).  Juego con la opción de tomar el primer café del día con Bailey’s, al cabo ¿quién se dará cuenta?  Apago un rato la cámara cuando me vence el sueño, o la ansiedad.  Y vuelvo espantada cuando oigo que alguien me llama por nombre. “Eh, tú, ¿estás allí?  ¿Qué nos dices sobre este tema?”  ¿Tema? ¿Cuál tema?

Y el misterio, la vida, y sus implicaciones, se ven opacados por la obligación de estar “presente”, en la pantalla.  Las imágenes oníricas se esfumaron y me queda solamente ir de una actividad a otra de manera mecánica.  ¡Oh!  Esto no es nuevo.  La mecanicidad y la vida robótica.  No es nuevo.  Solo que hoy lo veo.  Sí.  He vivido así antes, no solo ahora.  Sin tener acceso al mundo onírico.  Andando paso tras paso en una secuencia de actividades que van desde abrir los ojos en la mañana hasta cerrarlos en la noche. 

Estoy harta de no recordar mis sueños.  Sé que anoche soñé contigo.  No te hagas, sabes que te hablo a ti.  Pero no recuerdo qué hacías, ni qué hacía yo.  No recuerdo el lugar ni las palabras.  Y este día me está siendo difícil poner un pie delante de otro.  Estoy harta.  Necesito mis sueños.  Te necesito a ti en mis sueños, que por ahora es el único lugar donde me puedo acercar un poco.  Es el único momento en que no estás tras una pantalla y por más que intento tocarte… 

Esta noche pediré a los guardianes del sueño y de los sueños que permanezcan más cerca de mí.

Dona Wiseman

Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.

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