LA MADRE DE LA MADRE

Por Cristina Aguirre

A las abuelas.

Hablamos mucho de la madre, “el día de la madre”, “la madre que es tractor, súper héroe y todo a la vez”. Pero resulta que esa madre tiene madre y ella ya es; una hermosa abuela.

Y no me lo pueden negar, definitivamente esa sí que es, bombera (apaga los fuegos cuando las mamas ardemos), enfermera y justiciera (sana sana colita de rana si tu mama te regaña yo le doy una nalgada), ambulancia tele transportadora (mamá al niño le pasó… casi ni acabamos la llamada y en dos segundo está en la puerta de la casa) … en fin ellas si llegan en momentos que el barco se medió que está hundiendo.

Por más que intento describir lo que mis hijos sienten por sus abuelas, me quedo corta; y es que no sé yo que haría sin ellas.

De pronto descubro que van tejiendo su complicidad con mis hijos y que tienen sus propios códigos de amor en los que no me incluyen y ¿saben? eso me encanta.

Incluso hace poco entre risas y risas descubrí que hasta sus propios chistes tienen en común, yo lo disfruto y me gusta ver cada vez más fortalecida esta alianza (con las abuelas, con los abuelos).

Pero este artículo, es especialmente para la mamá de una mamá….es decir aquella madre que ya es abuela pero sigue siendo MI MADRE.  

Las abuelas son un remedio maravilloso para todos los males (y no hablo precisamente de sus remedios caseros solamente) sino que ellas en sí son un “ser medicinal”.

Recuerdo aquella primera descalabrada de mi hijo (y vaya que fueron varias).

Cuando entró mi mamá al hospital, fue como si de ser madre me convirtiera de nuevo en hija, lloré tanto y me abrazó, necesitaba mucho ese apapacho, segundos después, me dijo, tranquila que voy con mi nieto. (Pensé, si yo que soy la mamá no pude controlar su llanto…. Pero señoras y señores… ella, ELLA sí pudo….)

Entró la abuela a la habitación del hospital… y cesaron las lágrimas, yo no sé si vienen preparadas o es simplemente su esencia de amor, pero lo cubrió de palabras bonitas, además que sacó infinidad de cosas de su bolsa para entretenerlo en lo que le trataban su herida.

Así que sí, son seres mágicos, celestiales y llenos de luz. (Cuando se trata de los nietos claro, de pronto también pueden ser medio eléctricas.. lo dice una hija amiga de una amiga).

Cuando nací como madre, ella nació como abuela…

Cuando comencé mi etapa de maternidad, tenía tantas dudas y con ellas, bastantes achaques, entre los pechos adoloridos y un pequeño seresito que necesitaba mi atención constante… así que fue cuando vi a mi mamá ejerciendo su rol de madre… pero a la vez ejerciendo su papel por primera vez de abuela; recordando lo que hacía ella con sus hijos. “¿Mamá que hago?, no se le quita esta rozadura… ¿estás segura que maicena? “, ”¡¿cómo que miel en el chipote?!” , “¿Qué es la cola de caballo?”

Y en aquellos momentos difíciles, (sobre todo las primeras semanas del bebé), aquellas noches en las que no dormía nada, de pronto abría los ojos y veía a mi madre ahí, a mi lado, en silencio… cargando a mi hijo, cuidando de ambos.

¿Qué haríamos sin las abuelas?

Conforme crecen mis hijos, las llamadas nocturnas ya están cesando, pero sin duda en cualquier conflicto, el 911 abuela sigue siendo el número más marcado.

Yo sólo sé, que ellas son ese refugio de amor, ese lugar seguro en donde ya mis hijos reconocen los olores, donde pueden ser completamente ellos sin la presencia de “la dictadora madre”.

Abuela materna, abuela paterna, son aquellas segundas madres que darán lo que sea por siempre ver una sonrisa dibujada en las caritas de sus nietos.

Que si quieren hot cakes en el desayuno, espagueti en la comida o de nuevo hot cakes para la cena, en la casa de la abuela la cocina siempre estará abierta.. “Como dice mi mamá, tu dales a sus horas y de comer nutritivo, pero aquí en mi casa, los consentimos”.

Ahora en pandemia… el corazón más triste fue el de las abuelas.

Creo que nunca vi más triste a mi mamá que en etapa de pandemia. El no poder recibir a sus nietos o tener que verlos a distancia… sufrió… y yo sufrí con ella… sé lo mucho que ellos se necesitan.

Y yo, hija de mi madre… la sigo necesitando, aunque ejerza ya un poco más el título de abuela.

Este fin de semana reconozcamos a las abuelas, a los abuelos, aquel amor y refugio seguro pero sobre todo incondicional. Dirigimos nuestras oraciones por todos aquellos abuelitos para que Dios les de salud y la dicha de siempre estar rodeados de las personas que más aman (sus hermosos nietos).

Dirigimos nuestras oraciones aquellos abuelas o abuelos que partieron, para que los que quedamos aquí sigamos con ese legado de amor y que desde el cielo, estén orgullosos de nosotros; sus hijos, sus nietos.

Cristina Aguirre

Soy licenciada en derecho, esposa y madre de tres hijos. Actualmente estoy laborando en una empresa familiar restaurantera, junto a mi esposo. Comencé a escribir como DESAHOGO en mis muy, muuuuy reducidos tiempos libres; escondida en la lavandería, mientras los niños dormían. Gracias por la oportunidad, en especial a todas aquellas mamás que me impulsaron a hacer esto.

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