¿A QUIÉN QUIERES CERCA?

Por Dona Wiseman

Hay personas que deseamos que estén cerca, a quienes les damos entrada a nuestras vidas, y hay personas de quienes nos alejamos casi en automático.  Hay atracción (y no hablo necesariamente de cuestiones de pareja o sexual) y existe lo contrario.  Cierto es que a veces el tiempo se encarga de comprobar que aquellas personas que nos “cayeron mal” de entrada pueden llegar a ser muy cercanas y queridas, y que nuestro sentido de atracción no es 100% confiable. 

Oriah Mountain Dreamer es una escritora que tiene una pieza que llaman (en traducción) La invitación.  En esa pieza, ella habla de lo que le atrae de una persona y en lo que no le importa fijarse.  Resueno, de manera tal vez (o absolutamente) romántico, en los puntos que ella pone en palabras.  Creo que ella habla, en su escrito, desde la perspectiva de la búsqueda de pareja.  Yo encuentro que hasta en amistades prefiero cierto tipo de personas.  Suena eso tan obvio.  Puedo tener relaciones cercanas con mucha gente, pero ¿a quiénes realmente permito acercarse a mí, a mi pensar y mi sentir?

No tiene que ver con profesión ni dinero, pero sí con satisfacción.  Estoy más cómoda con personas que están cómodas en sus vidas.  No hablo de quienes gritan a los cuatro vientos que aman y disfrutan cada minuto de cada día y todo lo que hacen.  A esos no les creo, y no quiero sentirme obligada a resonar con semejante exigencia.  Me agrada estar con personas que tienen un ojo para el cómo sí hacer las cosas, aunque sean simples. 

Me gusta estar con personas que no tienen miedo de sentir, que pueden estar con su dolor, su tristeza, su miedo, su ira, su alegría, la compasión, la ternura – y que pueden estar conmigo cuando un comentario me pone de mal humor o estoy tan cansada que todo me enoja.  Me agrada la gente que pregunta como estoy, sabiendo que nos les voy a decir bien, sino que la pregunta puede llevar a una plática que dure cuando menos una botella de vino tinto.

Tengo una atracción especial por personas que tienen fuego, intensidad.  Esas personas me retan a sacar mi propia intensidad y a disfrutar de la suya.  Y me gustan los ratos tranquilos cuando las brazas siguen ardiendo suavemente.  La pasión, sí, hablo de pasión – de todo tipo. 

Me gusta tener cerca a personas que se abren.  Que dicen “sí” a la vida.  No necesitan gritarlo, con un susurro basta.  Me gusta hablar de temas profundas y polémicas.  Me gusta mostrarme como soy y ver al otro tal y como es, a pesar de que sé que en la historia que cada uno contamos hay mentiras.  No me importa que me mientan.  Ya sabré si la mentira afecta la relación o no.  Pero si hay algo que no me quieren contar o que necesitan enmascarar porque no pueden en ese momento con toda su verdad, así sea.  Me parece honesto saber que puedo compartir y que no, saber lo que guardo y cómo decido hacerlo.

Me gustan los rudos.  Sí, también en la lucha libre tengo fuerte predilección por la banda de los rudos, aún de niña cuando no eran tan admirados.  Me gustan los rudos que toman su vulnerabilidad de la mano y se paran cara a la vida, no en plan de reto, sino con determinación, sabiendo que pueden ser vencidos.  También a los rudos se les puede abrazar y acompañar, mientras se untan árnica y se soban el golpe un rato, y no para volver a intentarlo mañana, sino a veces para decir, “Ni madres que me vuelvo a poner. ¡Zafos!” 

Tengo muchas amistades.  Pero admito que no me abro con todas de la misma manera.  ¿Tú, con quién te abres?  ¿A quién quieres cerca?

noviembre 22, 2021

Dona Wiseman

Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.

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