LOS CALDITOS BENDITOS

Por Ivonne Orozco

Decían las abuelas cuando alguien enfermaba de gripa, “Hazle un caldito de pollo y ponle una rama de hierbabuena”. ¿Por qué el mito o la realidad de los caldos? Se dice que los huesos tanto de la res, el pollo y las gallinas contiene un alto cúmulo de nutrientes. Al momento de hacer estos caldos ese concentrado se va al organismo haciendo beneficios. Ahora con tanta información, tantos mitos y desinformación, veganismo, vegetarianismo etc. esto de los caldos puede ser tan sólo un falsa idea constituida por la una tradición. Las abuelas y las mamás hacían estos rituales para curar a sus hijos. La proteína animal y los vegetales soltaba ese elixir milagroso para curar la gripa y también el alma.

Lo calientito en temporadas de frío hacía que hubiera un gozo en la mesa. Era como el dicho: ‘gallina vieja hace buen caldo’. La idea totalmente afianzada de que los caldos son curativos es una realidad. Decía Doña Pina: “es el hueso el que da la consistencia”. Los tuétanos y el hueso poroso son los caldos de res. En los de pollo la rabadilla y los huacales. En los caldos de pescado es la cabeza la que aporta el omega.

Los tiempos cambian y ahora los caldos son de filete de pescado, de pechuga de pollo y carne magra para caldo. Tanto se lee, se escucha, que la realidad es que la intención curativa, el gusto, el amor con el que se hace la comida es sanador. Cada vez comemos más sano pero cada vez vemos muchísima más gente enferma. Porque carecen de lo esencial: el amor con el que se preparan los alimentos. Los niños están perdiendo su memoria íntima y amorosa cuando la madre deja de cocinar para ellos. No hay aromas a cocina En las casas, las cocinas parecen unos quirófanos con la más alta tecnología pero sin alma. Ni los caldos ni la ahora comida “sana” será aquello que evoque la niñez y el amor cuando se le da la cocina la dedicación y el tiempo.

La reparación amorosa del cuerpo lleva su tiempo. Los calditos son también para el alma.

Ivonne Orozco

Nací en la Ciudad de México, de raíces Oaxaqueñas por parte de mi madre. Tengo una carrera trunca en leyes y he escrito por años fábulas y textos de cocina. Soy fiel lectora de la historia de México, tengo 30 años en la cocina y 44 años de edad.

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