INSOMNIO

Por Ana Celia Aguirre

De pronto llega la noche. Durante el día pareciera más sencillo mantenerme ocupada/distraída en mis múltiples actividades, con mis hijos,  en los pendientes de la casa y del trabajo, pero es al entrar en el silencio nocturno que percibo finalmente aquellos pensamientos, noticias, temores que en el transcurso del día había logrado evitar y que de una u otra manera logran hacerse presentes cuando el ruido de mi jornada se disipa.

Sin duda alguna, la situación que estamos viviendo actualmente ha detonado una serie de miedos y preocupaciones, al verse trastocados un sinfín de aspectos de nuestras vidas. Muchas veces estos pensamientos, aunque no estén relacionados a una situación que esté pasando en ese momento, son recreados por nuestra mente como peligros presentes, generándose con ello un disparo de adrenalina que, contrario al efecto positivo de darnos la energía para reaccionar ante el peligro cuando realmente nos acecha, de noche y  acostados solo nos causa perder el sueño y bailar un tango que pareciera eterno al reacomodarnos una y otra vez en la cama y al tratar de esquivar aquello que hurta nuestras preciadas horas de descanso. 

Mi primer reflexión ante esta realidad es que es necesario validar aquellos sentimientos que de vez en cuando nos mantienen en vela. Aunque estos tiempos de profundo cambio también han servido para detonar mejoras en nuestro contexto personal y familiar, es importante reconocer que hay necesidad de dar atención debida a las preocupaciones que han surgido ante la incertidumbre y las disrupciones que estamos viviendo actualmente. Cada uno de estos sentimientos implican un reto a seguirnos reinventando, adaptando y transformando, lo cual a su vez representa un proceso que a veces duele y que manifiesta las dificultades que afrontamos al librar nuestras propias batallas.

Pero también es cierto que mientras hay vida, hay esperanza. Que las preocupaciones y dificultades humanas son parte de esta vida y que al mirarlas de frente, al aceptarlas y al considerarlas como buenos motivos para seguir creciendo y forjando nuestro carácter, nos abre la posibilidad de abordarlas con mayor conciencia y de enfocar nuestra energía a la generación de las soluciones que requerimos. Construir esta conciencia desde la aceptación valiente y compasiva de nuestras preocupaciones, y las avenidas de acción proactiva que este proceso nos abre, son, sin duda, algunas de las maneras en que podemos ir conciliando cada vez más nuestra capacidad de encontrar ese merecido descanso reparador al que todos aspiramos.

Ana Celia Aguirre

Educadora con especial interés y experiencia en los ámbitos del desarrollo humano y social. Líder de la Liga de la Leche.

DEJA UN COMENTARIO

LECTURAS RELACIONADAS